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Ministerio de Cultura.

martes, 19 de mayo de 2009

Carlos Pardo

MESIANICO


Descanso mi pie derecho
sobre la fugaz calma.
Del inquieto amanecer
que muy pronto se va borrando
con el rictus mordaz de mis pensamientos,

En medio de la aparente calma
y la indeleble tarde,
la maliciosa nostalgia
se burla de la valentía
que consumo al inicio del alba.

Cada día de este agosto
donde la brisa ha desordenado mi silencio,
me consuelo en la ancha noche
que sigilosa espía cada uno de tus recuerdos.

Ya se ha manchado
todo el cielo con tu reflejo.

La madre tierra lamenta tu nombre
con el susurro de las mareas.

Al llegar el momento del incólume alba,
mis costillas van extrañando
tu diáfana silueta de sombra fugada.

Grita,
grita,
que mis oídos han olvidado tu frecuencia.
¿Quieres que te reprima de todo el olvido?
no hay mas remedio pues,
vestir de ausencia tu existencia
y regalarme
sin alguna promesa
toda tu soberanía,

Tu conciencia invasora
sigue derramándose por todo este universo,
por que no existe un pedazo de tierra
que no hayas pisado con tu destino.

¿Y por que no estas donde puedas liberarte?
donde ejerzas el poder mesiánico
que te hace inocente de toda mi gracia.



NACIMIENTO

Escojo los dias sin lluvia, sin ríos, sin viento, sin abril,
salir de la sombría guarida que vigila penosamente,
me arrastro sigiloso hasta ese lugar de mi memoria
donde la gente pasa sin el menor cuidado,
ausentes, sin miedo, cobardes y de prisa,
consumidos por el transe vanguardista que los atrapa y los transforma.

no camino solo,
alguien se ha posado en mi regazo
reposa sobre mi espalda.
Cuando el sol ha curtido mis pasos
las huellas se van marchando,
me acompañan, sus ojos, su rastro,
la forma de su voz
y el rostro de ese pasado
que parece atormentarlo,
consolarlo, lastimarlo y añorarlo.

En las noches le permito dormir
en un rincón cerca al mío.
Mientras el reposa, sueña, se desdobla,
vuela y se aleja del bullicio de la ciudad desconocida,
lavo de mi rostro todas las heridas
que han dejado los años de lucha
contra la bendita infamia y la lastimera mentira.

Todo se borra de mi cabeza,
levitando ante mi vigilia,
no logro reconocerlo, ni sus manos,
ni sus pies, ni la memoria, ni sus palabras;
los ojos se han nublado subitamente
como en un eterno deja vu,
me veo en la misma guarida
que vigila penosamente,
detenido en el tiempo,
mirando mi reflejo.



TU

Y sigo pensando que mis pasos recorridos

no van a ser el motivo

para darle a mi memoria

la tan anhelada gloria

de olvidar que ya no estas.

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